viernes, 24 de julio de 2009

Cambiar Constantemente de Opinión.

Empecemos con un ejemplo:

Martha, había decidido abrir una florería, su sueño desde niña. Un día le revela a su papá el proyecto. Él le dice que el mercado está muy competido para dicho giro y sugiere comience un negocio de impresiones digitales residiendo ahí el futuro de los negocios.

Martha inmediatamente desecha su idea y adopta la del padre.

Otro día, le comenta a su amigo Pablo la intención de instalar un negocio de impresiones digitales.

Pablo le explica que un amigo acaba de poner una cafetería con servicio de Internet y le está yendo de maravilla.

Martha entonces medita que tal vez ella debería abrir una cafetería.

Al observar repetidamente dichas situaciones, pregunto

¿Dónde quedó el sueño de Martha, su decisión? ¿Qué nos hace comprar las ideas de otros a costa de las nuestras? ¿Dónde subsiste la decisión personal? ¿En qué momento nos abruman las opciones?

La vida es como un supermercado, ofreciéndonos un sin fin de posibilidades. Mismas que podríamos analizar por una eternidad, al surgir constantemente nuevos productos (opciones).

Pero así como en el supermercado, en el cual finalmente pasamos a otro pasillo (diferentes metas y objetivos) en la vida compramos la idea (nuestra o de otro) y dependiendo de la elección cubre o no nuestras necesidades e intereses.

La decisión propia permite tomar, revisar y comprar. Al confiar en nuestro poder de decisión sopesamos las opciones decidiéndonos por una o varias, para poder implementarlas cubriendo así las necesidades.

La indecisión puede mantenernos en un solo pasillo eternamente, inmovilizándonos.

Aclaro que no necesariamente el considerar las opiniones y sugerencias de otros sea negativo el problema reside en no establecer un límite, es decir ¿En qué momento pintamos la raya de lo que escuchamos y pensamos? ¿Cómo podemos avanzar y movernos de lugar si no tomamos una decisión asertiva de aquello que queremos hacer?

Algunos como Martha no concretarán sus planes, irán de idea en idea, y los imagino dando vueltas por los pasillos. Martha nunca abrirá negocio alguno ya que comprará una idea cada día

Las posibilidades de elección pueden ser infinitas al incluir las opiniones de otros sin límite.

Depende de nosotros convertirlas en finitas al elegir cuáles incluimos y cuáles excluimos, con base en el peso brindado a las opciones propias.

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